La batalla de los estilos: Trump vs. Harris y la comunicación política del siglo XXI

La contienda presidencial entre el republicano Donald Trump y la demócrata Kamala Harris se perfila como un choque de dos estilos de comunicación política radicalmente diferentes. Por un lado, el exmandatario Trump representa el modelo clásico de showmanship televisivo, mientras que la actual vicepresidenta encarna los nuevos patrones de viralidad digital.

El momento definitorio de la carrera política de Trump fue sin duda su descenso por la escalera mecánica de una de sus torres durante el anuncio de su primera candidatura presidencial en 2015. Un evento que parecía salido de un reality show y que sentó las bases de toda su campaña y posterior presidencia.

"Trump es un maestro del espectáculo televisivo", afirma Bob Thompson, profesor de la Universidad de Syracuse y experto en cultura de los medios. "Sus narrativas están cuidadosamente guionizadas para generar el máximo entretenimiento, con él como director y único protagonista".

En contraste, el momento clave de Harris ha sido una publicación en redes sociales de la cantante Charli XCX, quien de forma espontánea vinculó uno de sus temas musicales con un discurso de la vicepresidenta. Un fenómeno viral orgánico que la campaña de Harris supo aprovechar rápidamente.

"Lo que vemos es prácticamente un experimento de laboratorio entre dos enfoques radicalmente distintos de hacer política en la era digital", señala Thompson.

Mientras Trump se apoya en un control total de su imagen, similar al de un ejecutivo de televisión, Harris ha sabido canalizar el poder de las redes sociales y la cultura de los fans, con un estilo más descentralizado y participativo.

"Los personajes de Harris surgen más de forma colectiva que individual", explica el experto Samuel Woolley, de la Universidad de Pittsburgh. "Sus seguidores se convierten en una especie de ejército de operadores pop que difunden sus mensajes".

Sin embargo, esto no significa que la campaña de Harris carezca de estrategia. Woolley señala que también emplean prácticas más sofisticadas, como el trabajo con influyentes remunerados sin revelar su vinculación.

En definitiva, la contienda electoral se perfila como un choque entre dos filosofías comunicativas radicalmente opuestas: el reality show controlado de Trump frente a la viralidad orgánica impulsada por fans que representa Harris.

"Sea cual sea el resultado, lo que está claro es que la política ya no volverá a ser vista de la misma manera", concluye Thompson. El cambio tecnológico ha dado paso a nuevas formas de hacer campaña que pueden marcar un punto de inflexión en la historia política estadounidense.