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Chile: La Desesperación de un Pueblo en la Frontera Fría

 


 

Colchane, Chile - Bajo un cielo estrellado, el viento silba con fuerza y el frío se apodera de la desolada frontera entre Chile y Bolivia. En este punto remoto, la lucha por la supervivencia se convierte en una batalla diaria para miles de migrantes venezolanos que buscan un futuro mejor, escapando de una crisis que ha devastado su país.

 

La pequeña localidad de Colchane, ubicada a casi 2.000 kilómetros de la capital chilena, se ha convertido en el epicentro de una crisis migratoria sin precedentes. Cada noche, decenas de migrantes venezolanos, guiados por falsas promesas y engaños, se adentran en el desierto altiplánico, buscando cruzar la frontera de forma irregular.

 

Yusmerli, una joven chef venezolana, es una de las tantas personas que han cruzado este camino peligroso. "Tengo mucho miedo. Pensé que me iba a morir", confiesa Yusmerli, con la voz llena de angustia, recordando el largo camino que recorrió a pie desde las siete de la tarde hasta las dos de la madrugada.

 

"Me dejaron botada", dice, refiriéndose al "coyote" que la engañó con la promesa de un viaje corto y fácil. "Vengo a trabajar para ayudar mejor a mi familia, no vengo a hacer nada malo", añade, con la imagen de su hijo de tres años, al cuidado de su hermana en Venezuela, en su mente.

 

Su viaje, una travesía de miles de kilómetros, se convierte en un juego mortal de "gato y ratón" entre los migrantes y las fuerzas de seguridad chilenas que patrullan la frontera. El Ejército chileno, con la ayuda de cámaras térmicas, detecta la presencia de grupos de migrantes que intentan cruzar el bofedal, una zona pantanosa que separa ambos países.

 

"Haremos una operación envolvente para concentrarlos a todos", indica el comandante de las fuerzas fronterizas Marco Agosin. Pero la tarea es difícil, los "coyotes", que prometen un paso fácil por la frontera a cambio de dinero, están bien preparados.

 

Yusmerli, junto a otros migrantes, se ve obligada a esconderse en el agua helada y el barro, amenazada por los "coyotes" que les obligan a permanecer en silencio y con el teléfono apagado.

 

"Pasar por aquí es arriesgar la vida", confiesa Yusmerli, quien pagó 10.000 pesos chilenos (unos 10 dólares) al traficante que la abandonó.

 

El teniente coronel Carlos Tapia, explica que los "coyotes" se aprovechan de la desesperación de los migrantes, atemorizándolos con historias de maltratos por parte de las autoridades en otros países. "Por eso", añade, "prefieren entrar por un paso irregular".

 

La historia de Yusmerli, detenida por el ejército chileno y llevada a un centro de procesamiento migratorio, es solo una de las muchas historias de lucha y desesperación que se viven en la frontera entre Chile y Bolivia. La crisis migratoria en Chile, que ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años, ha puesto a prueba los recursos y la capacidad del país para gestionar el flujo de migrantes.

 

El gobierno chileno, con la implementación de un nuevo acuerdo con Bolivia, ha endurecido las medidas para frenar la inmigración irregular. Ahora, aquellos que intenten cruzar la frontera ilegalmente serán "reconducidos" a Bolivia, lo que significa que serán deportados a su país de origen.

 

La frontera entre Chile y Bolivia, en el norte de Chile, se convierte cada noche en un escenario de dolor, miedo y esperanza. Un lugar donde miles de venezolanos, con la esperanza de un futuro mejor, se enfrentan a una realidad cruda e incierta.

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